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I Fought The Law

Eight days a week

Leo en 20 Minutos que la localidad británica de Blackpool ha sido regulada la jornada laboral de los burros de un parque temático de la ciudad. 48 horas semanales, una hora diaria para comer, y un día de descanso semanal para los hermanos pobres del caballo, lo cual es un caso inédito de regulación de las relaciones laborales en el mundo animal. Independientemente de mis simpatías hacia ese entrañable ser vivo en peligro de extinción, y mi desprecio hacia cualquier abuso que pueda sufrir, no puedo evitar pensar en los seres humanos y sobre todo en aquellos que se animalizan vía la atribución del vocablo burro en un sentido cualificativo.
Cuando a primeros del siglo XX, los países más avanzados socialmente de Europa aprueban la jornada semanal de 40 horas, como consecuencia de la presión de la lucha social de décadas, muchos podrían haber visto al fin el avance cuantitativo que presuponía uno cualitativo. 8 horas de descanso, 8 de ocio, 8 de trabajo. Algo que institucionalizó la OIT. La reducción de la jornada de trabajo no tenía que suponer, como afirmaba Karl Marx en su opúsculos Trabajo Asalariado y Capital y Salario, Precio y Ganancia, una rebaja salarial, sino su incremento, por una serie de leyes y cáculos económicos que ahora no voy a reproducir.
Pues resulta en estas que nos hallamos en 2005. El parlamento europeo recomienda una semana de 48 horas, sin especificar en ningún momento la jornada. Troy Bliar, por su parte, afirma que no piensa ir hacia la medida europea. Jornada arriba, jornada abjo, pero ¿qué jornada? Jornada partida, cómputos anuales, mañana no vengas, la semana que viene por la tarde. Cuando un familiar me comentó que al ver cementerios para perros, le daba la sensación de que en algunas ocasiones los animales estaban mejor tratados que una gran mayoría de humanos, estaba en lo cierto. Los burros de Blackpool seguro que tienen su trabajo muchísimo más regulado que gran parte de la clase obrera británica, europea, y no hablemos de la mundial.

Escuchando: Paris sous les bombes - NTM

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