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I Fought The Law

Lulú es un obrero treintañero que cada mañana acude a la fábrica a las 8 de la mañana. Es despreciado por sus compañeros, dado que los patrones se aprovechan de él y lo muestran como ejemplo: es el único que acepta gustosamente hacer los destajos y los ritmos de producción que la dirección impone. Lulú está totalmente alienado, su ritmo de trabajo supera con éxito las indicaciones del cronómetrador gracias a su fórmula mágica: pensar en una pieza, un culo, una pieza, un culo... momento en el cual su cuerpo se funde en la máquina que usa cada día.

Interrogado por conocidos, Lulú no sabe qué fabrica. Unas piezas, que van a parar a un motor, que a su vez... Cada día produce centenares de piezas que no saben a dónde van a parar. Un viejo con barbas decimonónico decía algo así como que eso es el trabajo asalariado alienado.

Cada mañana, cuando él y sus compañeros entran a la factoría, unos estudiantes con megáfonos reparten sus octavillas y cantan consignas. Estáis entrando en una cárcel, saldréis de noche y el sol no habrá existido para vosotros hoy, menos trabajo, más salario, sindicatos vendidos, construyamos comités unitarios de base. Su mensaje es ignorado por los trabajadores hasta que Lulú, en una expresión física de lo que es el plusvalor, pierde un dedo en su trabajo rutinario de corte estajanovista. Momento en el cual, a su vez, despierta su conciencia acerca de lo que es la explotación.

Los destajos provocan una protesta sindical, con una clara mayoría de la central comunista CGIL, exigiendo una remuneración adecuada acorde al aumento de la producción y que estos sean debatidos y razonados al detalle, nunca impuestos. Los solitarios estudiantes, por contra, consiguen que sus tesis asociadas al obrerismo italiano de los años 70 calen y dividan a la plantilla: no hay que aumentar los ritmos. El conflicto finalmente provoca duros enfrentamientos con la policía. Lulú, que se había adherido a las posiciones de la extrema izquierda estudiantil, es despedido.

La vida de Lulú esos días, a la vez, se va degradando. Sólo parece encontrar en el viejo Militino alguna ayuda y consejos. Militino era un obrero de la fábrica que acabó en el psiquiátrico. Y no se sabe si en efecto, en algunas ocasiones como ésta es la locura un exceso de cordura. Al final, en su situación de persona despedida y amputada, los hechos dan un giro inesperado que hacen cambiar la visión acerca de las posturas políticas defendidas en cada momento. Los estudiantes iban más lejos con sus reivindicaciones y parecen tener más razón, pero... ¿hasta qué punto?

La Classe Operaia va in paradiso es una magnifica sátira de las luchas sociales en la Italia de los 70, una película que en su momento me recomendó el amigo Gagarin y que le debe recordar hoy de manera leve alguna situación que vivió hace unos meses en la SEAT. Que sí, que Los Lunes al Sol mola, pero para cine político y social, algunas de las mejores joyas se rodaron en Italia. Ahora, a por Lavorare con lentezza.

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