Blogia
I Fought The Law

You'll never walk alone

You'll never walk alone

De la Mano de Dios de Messi ante el Espanyol no se va a acordar ni Cristo

Partiendo de la nada hemos alcanzado las cotas más altas de miseria. No hay nada como citar a los clásicos para referirse a situaciones como la que nos ha deparado nuestro opio del pueblo favorito, nuestra religión a falta de dios, nuestro circo romano postmoderno engendrado por empresarios metidos a directivos y sus gladiadores, los contratos temporales más caros del mundo.

Por un lado, nuestro –en su momento- ejército simbólico desarmado de Catalunya, como diría el bueno de Manolo. A los culés siempre nos ha gustado sufrir, echar pelotas fuera cuando la pifiamos, pero ipso facto pasar al ataque interno y a erigirnos en aquello que explica tan bien ese silogismo del barcelonista: un culé, un entrenador. Jo es que fotia al carrer al vagu del Edmilson i canviava l'Etoo pel Henry. Y qué decir de esos cambios de ánimo, que nosotros llamamos patiment y otros lo traducirían como esquizofrenia. Del éxtasis parisino a arrastrarnos ante el Betis. De los goles gloriosos de Messi a lamentables empates en el último minuto. No, no señor, si llega a sonar la flauta muchos no hubiéramos ido a Canaletas. Ganamos 0-3 y el Madrid pierde. ¿Iremos a Canaletas? Ve tú si acaso… Desgana. No habría nada que festejar

Por el otro lado, los de blanco. ¿Pero qué decir de los de blanco? ¿Pero cómo entender y analizar esa exhibición de euforia tras una temporada tan triste y gris? Se entiende como hambre, como sed absoluta de títulos, como el niño al que se le da fatal las matemáticas y a la sexta convocatoria le ponen un cinco y el profe le da una colleja mientras le espeta “muy bien machote”. Una liga obtenida con más derrotas y con peor goal-average que el del eterno enemigo periferico, que con las normas de otras ligas europeas en mano se hubiesen cambiado las tornas. El resultadismo no puede obviar el fiasco, del cual no se escapa el susodicho y mencionado adversario catalán.

El hoooliganismo en general ha gustado rápidamente mezclarlo todo con política de taberna. Aparte de la exhibición impúdica de rojigualdas, como si los del Atletico de Madrid no fuesen -se supone- tan españoles como los vecinos de Chamartín, más de uno creyó que los goles de Diarra y Reyes se los marcaban a ZP, al Estatut, a Nafarroa Bai y a ANV, como Marcelino derrotando en el campo de juego al bolchevismo, un par de décadas después de cautivo y derrotado también en terreno de combate. Por su parte, cierto amigo mío ante una exhibición de madridismo en pleno barrio obrero de Badalona, llamaba españoles y mercedores de que les quiten el derecho al voto. Si es que en caliente se dicen muchas tonterías. Sí, sí. Pero se dicen.

Mientras tanto, el pueblo de a pie empieza a estar asqueado de tanta mediocridad. Claro que seguirá siendo el deporte rey. Pero creo que no con tanta superioridad. Hacía mucho que no oía aquello de “que no se lleve la liga nadie, son unos patanes”. Como se extienda mucho ese juicio supongo que los ingresos por publicidad, por televisión, por anuncios de perfumes y prensa rosa podrían tender a descender, y ¡redios! nuestra religión económicamente en entredicho. Si a ello le sumamos que la selección da pena… ¿oiga, como van los play-off de la ACB?

Simultáneamente, mientras todo esto se dirimía y se solventaba en unos pocos minutos de nada, y nosotros reflexion´bamos en voz alta acerca de todo ello frente al televisor, la tercera voz en discordia, como en la política estatal, era marginada. El pánico a detonaciones de petardos, sirenas, bocinas y otros artilugios de celebración hacía que Dama, la perrita de casa, deseara en sus mas profundos instintos la victoria en liga del Sevilla

Escuchando: Don Simón - La puta opp


0 comentarios