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I Fought The Law

Just say no

Just say no

Despotismo ilustrado se le conocía al periodo de tiempo en que los monarcas absolutos y su corte se dedicaban a legislar a favor del pueblo, pero a su vez ignorándolo.

Uno de los principales éxitos del sistema social en el que vivimos es la gran aceptación de uno de sus axiomas: se ha extendido como sabia propaganda la sensación de que cada uno de nosotros somos libres, podemos participar de las grandes decisiones y expresar nuestra discrepancia. Que ello sea estéril no importa, pero la posibilidad en sí sirve de apaciguador de conciencias. Posibilidades hay muchas: puedes votar cada cuatro años candidaturas que no compiten en igualdad de posibilidades, puedes participar del asociacionismo mientras no sea molesto, puedes ponerte a berrear por el balcón me cago en la hipoteca.

Asimismo se intenta difundir el convencimiento colectivo de que las grandes medidas que nos afectan en nuestra vida cotidiana son tomadas siempre por consensos tan amplios que han de beneficiar necesariamente a la inmensa mayoría de población y, por lógica, al conjunto de los trabajadores y clases populares. Mientras esta sensación funciona, y la disidencia sea individual o fácilmente camuflable, la organización social no corre ningún riesgo.

La derecha catalana y española de toda la vida, en este sentido, sabe maniobrar y aplican la cultura del no sabiamente: es una táctica como otra para escorar las decisiones del supuesto consenso –del que participan indirectamente, vía patronal o asociaciones satélite- todavía más cerca de sus posiciones. Ahí tenemos por ejemplo el empecinado no de CiU y PP al ya de por si flojísimo Pacte Nacional per l’Habitatge, que ha ignorado al movimiento social que lleva movilizándose más de un año por la vivienda digna, e que incluso ha sido visto con reservas por algunas organizaciones firmantes.

Paradójicamente, en las leyes preparadas por el gobierno central acerca de la memoria histórica se ha ignorado de manera sistemática a las asociaciones y juristas internacionales que trabajan la materia, se ha manoseado sus principales reivindicaciones y se negocia entre cúpulas a la vez que la derecha española, en una extraña identificación nostálgica con el pasado franquista, no es capaz de asumir que cualquier partido democrático, liberal y centrista europeo nunca tendría ningún reparo en asumir como normal la ilegitimidad global de los diferentes sistemas de corte fascista que gobernaron el continente en diferentes etapas del siglo pasado. Es una identificación nostálgica y tiene mucho de táctico también. Así como es torpe la izquierda negociante que no ha podido o no ha querido introducir como innegociable un punto como es la anulación de todas las sentencias del franquismo, rebajándolo en una simple ilegimitidad de los jurados. Volvemos a jugar con leyes de punto final, esas que luego critican en el cono sur latinoamericano.

Queria empezar el texto con una reinvidicación de la cultura del no, pero me ha parecido más correcto ubicarla al final, con cierto sentido retórico, como posible respuesta al juego de trilero cotidiano que el poder político, incapaz de enfrentarse a la prepotencia del económico, nos ofrece. La cultura del no, desprestigiada y machacada últimamente, la que hizo en su día al ministro de exteriores soviético, Andrei Gromiko, ser conocido como el señor Niet. Se dice, has de ser constructivo, has de saber alianzas, has de saber cómo avanzar. Y una mierda, las alianzas se hacen en igualdad de condiciones, nunca de subalternidad o llorando detrás implorando que te hagan caso. Yo reclamo esa cultura, porque ya es suficiente de tener que comulgar con ruedas de Hummer, de esta impostura cotidiana que pretende dar todo al pueblo y con el pueblo, pero por el contrario se lo da al capital maquillado de ayuda, subvención, etc. Grandes medidas del gobierno para acabar con la mafia. El ejecutivo ayudará a los extorsionados pagándoles parte del impuesto por protección. Como paliar una fiebre conservando la gripe.

2 comentarios

montenegro -

Ya lo dice Verstringe. En España nunca ha triunfado un no en ningún referéndum. Y así nos va

dern -

Espectacular texto. Me haencantadao. recuerdos desde Muermo City