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I Fought The Law

Barcelona Blues

Barcelona Blues

Hace 30 años, decía Jordi Petit hoy en una columna del diario 20 Minutos. Hace 30 años pasaban cosas que le parecían inconcebibles hoy día. Hoy la juventud, por tópico que parezca, aparte de una mayoría silenciosa hay otra crítica y activa. No hay bares en las Ramblas a los que puedan asistir, salvo bajo la posibilidad de derramas económicas insostenibles a medio y corto plazo. El Zurich ya no es la antigua estación del ferrocarril de Sarriá, sus precios son prohibitivos, y ningún estudiante hace reuniones en sus salas; algún promotor se hizo de oro con El Triangle y provocó la destrucción de un edificio con una importante carga histórica. El café de la Opera no recoge a ningún hippy ni bohemio, y por descontado el resto de locales se han vuelto de un exclusivo insoportable, para mayor gloria de un concepto de Barcelona que se emborracha en su éxito pese a la desaprobación generalizada del anterior alcalde, Joan Clos: recientemente un 51% de entrevistados lo consideraban un mal jefe del ayuntamiento, según afirma una encuesta recogida por el diario dirigido por el hermano de Joaquim Nadal, El Periódico.

Como alternativa, la opción de disfrutar la calle, combatida por la prohibición del botellón callejero por el PP, tiene su segunda parte llamada ordenanza de civismo. Todas muy democráticas ellas. Desear la utopía, algunos lo deseamos, pero cada vez es más difícil sostenerla en un mundo en que exigir lo evidente se ha convertido, precisamente, en utopía; en otros tiempos a eso lo llamarían pragmatismo o reformismo. Los bancos de la calle ya no sirven para hacer barricadas: sillas individuales orientadas de manera absurda refuerzan un concepto de relación social que analizado de manera ideológica quedaría calificado de inmediato como reaccionario. Las barricadas, por su parte, no existen: construirlas significa ser catalogado, de manera parecida que a los herejes en el medievo, como violento. Los desalojados de la Makabra lo sabían, y fueron echados de una nave industrial okupada que albergaba artistas que a la vez eran contratados por el Ayuntamiento democrático, pero que ante el boom democrático especulativo del 22@ proyecta barrios democráticos donde democráticamente –en esa manzana en concreto- se crearán viviendas a las que no podremos acceder ni en nuestro sueños más húmedos. Y el dinero democrático manda más que el sentido común y la urbanidad básica. Así que a la calle. Y no seáis violentos. La brunete mediática, constituida por los diarios de aquellos progres que ahora gobiernan pero anhelaban la ruptura democrática, y los no rupturados que han entendido que la pela es más importante que los tercios de municipio-familia-sindicato y por tanto se han disfrazado convenientemente, han lanzado sus opinadores. Que si la propiedad privada, el derecho humano al que hacia referencia hace días, es sagrada. Que si pijamas, suciedad, calimocho, y jipis apestosos. Que si el civismo. Superestructura, instrumentos ideológicos, no niegues el nombre de Dios o serás un pecador.

El conflicto social sigue latente, pero se ha anulado porque, contrariando a los cortometrajes de antes del 14-M, parece que Ya no hay motivo. Las movilizaciones estudiantiles sólo son noticia por los detenidos democráticos, y el meollo del asunto importa bien poco. El consenso ficticio crea mentes pasivas y calla a las críticas, o las anula. Al contrario que en 2001, ni la reforma de la LOU ni la constitución del Espacio Superior de Enseñanza Europeo forman parte, en absoluto, de la agenda mediática del momento.

30 años después siguen pasando demasiadas cosas aún que atentan contra la dignidad básica de las personas. Y sí, la policía sigue apaleando manifestaciones de trabajadores. ¿Alguien dijo IZAR? La amnesia provocada por el agenda setting hace que la mayoría ya ni nos acordemos de ellos.


2 comentarios

DaniG -

Muy bueno.

mia -

Me ha encantado la foto del actual Triangle. Felicidades otra vez por el artículo.