Hate!
Es que me imagino al primaveras éste intentando lanzar caramelos a la infancia y aterrorizándolos igual, oiga
Por qué odio a Convergència i Unió
Era un crío, estaba en primaria y me gastaba sobre unos 7 otoños. Aquel día nos llevaron de excursión a una factoría embotelladora de leche llamada Rània –me pregunto si aún existe-. Estábamos en plena excitación, como cada día que en vez de ir con la cartera al colegio, llevábamos una bolsita con un bocadillo y un zumo: nada de clases, solo pasar la mañana y la tarde en un sitio lejísimos, al menos eso nos parecía, de nuestra ciudad.
Nuestra profesora, como más que posible conocedora de las dotes del magisterio, después de comer nos dejó un buen rato en un amplio parque, para que jugásemos al pilla pilla, escondite, conejo de la suerte, o lo que se terciaria. Y entonces tuvo lugar la agresión.
A pesar de mi corta edad sí era consciente de que en estabamos en campaña de unas elecciones generales. Y sí, unos señores ataviados con toda su parafernalia electoral convergente nos vieron desde lejos. Ante la concentración de niños no pudieron contenerse, y llegaron con sus bolsas y nos lanzaron su munición sobre nosotros con gran profusión.
Los proyectiles eran en realidad caramelos, pero de un tamaño lo suficientemente aparatoso como para que impactaran de manera dolorosa en nuestras cabezas. En mi caso, en vez de pelear por la dulce mercancía creo que exclamé algo como malos, ante la ausencia de vocabulario malsonante en mi léxico a tan tierna edad.
Los caramelos eran circulares, con la cara externa rodeada con franjas amarillas y rojas y en su interior la leyenda Vota Miquel Roca. Me quedó claro que eran los que apoyaban al tío ese calvo que salía en el programa del Pedro Ruiz, y es que no sé porqué entre que los alopécicos me daban mal rollo –el director de mi colegio, Jordi Pujol, etc…-, que la profesora más odiosa que sufrí les hacía puñetera campaña en clase todo el día, y que daba la sensación de que aquellos forofos convergentes nos habían agredido, pues que no, que odio a CiU, me caen mal y cerré de raíz cualquier simpatía que pudiese tener en un futuro con la derecha regionalista-nacionalista-liberal-conservadora-democristiana-arturmasista.
Agitadores sociales, ya lo saben: no tiren los caramelos propagandísticos a la cabeza de los niños como si fueran pedradas. Lo pueden pagar muy caro.
PD. primero de una serie de artículos inspirados por los de Elías
5 comentarios
Anónimo -
Anónimo -
canserra -
Viva el mal , viva el capital.
mia -
dern -
Ayer asistí, por cierto, a un odioso acto propagandistico-niñeril de los bienpensantes convergenciunidos , se dedicaron a infestar la plaza de mi ciudad de globos en forma de corazón color azul falanjçgista con sus siglas, rompiendo la harmonia tonal de las paradetas y traumando a todos los padres que tuvieron que pasar, si o si, por su tenderete. Suerte que, cuando empiezan a hablar se pasan a las pegatinas i entonces ya no tenemos rival (ui, lo de las pegatinas me recuerda a otros temas! XD)