John Lennon, hermano John
En la foto, John Lennon exhibe un ejemplar del periódico marxista The Red Mole
Entre uno de los films mas esperados del festival In-Edit se encontraba el documental The U.S. Against John Lennon, de los directores David Leaf y John Scheinfeld. La soberbia cola, agudizada por la cancelación de la segunda proyección del film, así lo atestiguaba, y no es para menos: estamos hablando de su estreno en tierras españolas, cerca de medio año después de su edición en Estados Unidos.
The U.S. Against John Lennon nos muestra, a través de material inédito y testimonios históricos de lujo, como el artista evoluciona desde sus polémicas declaraciones en The Beatles acerca de Jesucristo y la fama de los Fab Four, hasta como abraza un compromiso político cada vez más radicalizado, y específicamente en su abierta oposición a la intervención norteamericana en Vietnam. Esto le costará más de un dolor de cabeza a causa de una encarnizada vigilancia por el FBI y el intento de deportación y negación de su ciudadanía estadounidense, que tras un largo proceso se saldará con éxito por parte del cantante y compositor. Se trata, por tanto, de un film que pretende no recoger anteriores proyectos más centrados en la carrera musical o la vida personal de Lennon. A estas premisas más que prometedoras, le sigue un desarrollo correcto que finaliza en, al menos para el que esto escribe, decepción. Y explicaré el porqué.
La sensación que extraje tras el visionado es de que los realizadores han escamoteado u omitido detalles que podrían explicar de manera más eficaz la persecución política a la que Lennon es sometido durante sus primeros cuatro años de residencia en Estados Unidos. De esta manera, la idea que subyace en el film es que Lennon se inició, a través de sus Camas de la Paz en Ámsterdam y Montreal, en un pacifismo químicamente puro, muy influído de cierta influencia de religiones y cultos orientales, en los que por no hacer, no les desea ni siquiera ningún mal a los responsables de la situación del planeta. Posteriormente, sus nuevas amistades recién llegado a Nueva York le harían renegar de esta etapa –“el flower power fracasó, hagamos otra cosa”- para involucrarse abiertamente de una manera más abierta contra la administración Nixon y todo lo que representaba. Explica poco el film qué defendían estos amigos de Lennon en Nueva York. No se nos mencionan las ideas de John Sinclair –al que ayudará a liberar de la prisión con una participación en el apoteósico festival celebrado por su causa en Ann Arbor-. Tampoco cuando Bobby Seale habla con Lennon en un programa de TV acerca de las ideas de los Black Panthers, se menciona nada más allá de la posición al nacionalismo, mientras una voz en off oculta la parte relacionada con el final de la sociedad de clases y de las grandes corporaciones. O bien se define a los Yippies de Abbie Hoffman y Jerry Rubin como simples activistas radicales, cuando en su época eran conocidos como “grouchomarxistas” por su mezcla de socialismo revolucionario y situacionismo.
Y ni siquiera esto sería así. El mismo Tariq Ali, periodista de la izquierda radical que aporta ciertos testimonios en el film, entrevistó a Lennon para The Red Mole, la revista de un pequeño grupo marxista británico, poco antes de su marcha a Estados Unidos en 1971. En ella, el cantante ya afirma leer prensa comunista, interesarse por la marcha de estados como China y Yugoslavia, sentirse muy disgustado por la presencia militar inglesa en el Ulster e identificarse como hijo de la clase obrera y sus reivindicaciones. De esta manera, no fueron ciertos “nuevos amigos” los que podrían haber enredado o influenciado a Lennon como se insinúa en el documental: era parte de una evolución personal, vivida en aquel momento de forma colectiva por muchísimas personalidades públicas, que llevó incluso a una actriz como Vanessa Redgrave a participar en organizaciones como el Partido Revolucionario de los Trabajadores –que Lennon, asimismo, también apoyó- por la misma época.
La dimisión de Nixon, el nacimiento de Sean, y el fin de la causa abierta por inmigración para expulsar a Lennon del país son presentados como una cierta victoria del artista contra la persecución sufrida por el establishment. Nada más lejos de la realidad. Si por algo fue investigado y perseguido, fue precisamente por suscribir ideales que iban más allá de la simple retirada de tropas de Vietnam, y que propugnaban una transformación en profundidad del poder político y económico de los Estados Unidos de América. Por querer darles voz a aquellos que los dispositivos de contrainsurgencia pretendían destruir, ayudar y financiar, Lennon era demasiado molesto al gozar de autoridad y respetada fama. El centrarse en la vida familiar y el que algunos asistentes a la proyección quisieran enredarse en teorías acerca del asesinato por Chapman no oculta que en realidad el propio sistema ganó la batalla a costa de obtener el silencio, incluso tolerándolo en su país, de aquel que pretendía colaborar en su liquidación.
La presentación de la figura de Lennon en el documental me pareció, como otras experiencias documentales o fílmicas acerca de personajes o periodos históricos similares, dentro del intento contemporáneo por edulcorarlos o suavizarlos por parte de lo que sería cierto establishment cultural vinculado a los que en Estados Unidos llaman liberales, y en España la socialdemocracia. El hecho de que el co-director John Scheinfeld mencionara a Bono como figura actual más o menos equiparable a Lennon no ayuda, ni de lejos, a pensar lo contrario.